
LA REVOLUCIÓN ESTÁ EN CASA
CAPITULO II
El conflicto como excusa.
El otro día...
alguien me detallaba con un montón de razones lógicas y comprensibles, que son de las que más desconfío, los motivos por los cuales no podía acometer una tarea específica.
Escuché todos y cada uno de esos conflictos. Al mismo tiempo, a medida que las razones aumentaban iba entendiendo de a poco, cómo y por qué, muchísimas veces usamos el conflicto como distracción para no llegar a acometer una tarea específica.
De pronto al preguntarme y al ver a las razones no como tales, sino realmente como excusas, se me abrieron los ojos y comprendí algo que estaba oculto ante mi.
Cuantas veces había yo creado un montón de inconvenientes y conflictos solo para no enfrentarme a lo que realmente me pasaba. Como había resistido a ver la verdadera razón de todos esos conflictos usándolos solo como distracción de la verdadera causa.
Entonces, a mí que me gusta escribir, noté como en esos períodos en que no quería escribir, en vez de decirme que no quería enfrentarme en ese momento a la escritura, inventé una interminable lista de razones lógicas y comprensibles por las cuales no podía hacerlo. Obviamente conflictos externos a mí, convirtiéndome en una victima del sistema, de la vida o de lo que fuere. Siempre víctima, es decir, poniendo el conflicto fuera de mí, no haciéndome cargo de que en realidad no quería ni tenía ganas de escribir y me inventaba tales conflictos.
La siguiente pregunta era; ¿Por qué no admito que no quiero escribir? ¿Que pasa si no escribo? Y como un rayo me cayó la respuesta “ Si no escribo me siento culpable”
Esto que les puede parecer una tontería me llevó a comprender como la culpa de no escribir me llevaba a inventar conflictos inexistentes. El sentimiento de culpa de no estar haciendo algo “útil” me llevó a inventarme enemigos fuera de mí, solo para no enfrentarme al hecho simple y sano de que no tenía ganas de escribir y punto.
El sentimiento de obligación que nos hemos impuesto, el deber de hacer algo, y la fuerte creencia mundial de que si uno no trabaja en lo que sea, es un inútil, nos lleva a inventar conflictos para justificar el “No hacer”.
Aunque nos creamos exentos de esto porque pintamos, escribimos, hacemos música y somo los más independientes y Under del universo y somos ciudadanos del mundo y todo lo que quieras; Ese sentimiento de inutilidad si uno no hace algo, ese vacío profundo en el pecho, no te lo quita nadie más que uno mismo, si tiene mucho valor y fuerza.
El trabajo nos ha definido. Para tener una idea de cómo es alguien, uno pregunta de que trabaja. Nos define tanto nuestro trabajo que si no estamos haciendo algo parece que nuestra definición como personas desaparece. No por nada, en los momentos de crisis financiera en donde hay falta de trabajo, mucha gente se deprime, aumenta el consumo de pastillas, los hospitales reciben más enfermos que antes, más gente necesita tratamiento psiquiátrico etc. Etc.
Y lo mejor es que esta enfermedad no la trae la crisis como mucha gente cree, sino que solo la destapa. No son las crisis las culpables de todo, sino los momentos en que en que la cosa va mejor porque toda esta enfermedad se disimula. Hay muchísima gente que no puede dejar de trabajar ni un minuto. Y lo que sucede con los trabajos es que está bien visto que alguien trabaje mucho. El éxito es muy tentador. Yo no digo que esté mal, si la persona cree que lo necesita que lo haga. El caso es preguntar por qué lo necesita, sin juzgar si está bien o mal. Nuestra identificación con el trabajo es tan grande y ese trabajo nos da un status social sea cual fuere y/o reconocimiento público tan necesario para nosotros que dejar de hacer lo que hacemos o parar y llevarlo normalmente sería una locura. Hacemos todo lo posible para que nuestro ritmo no pare, cuando terminamos de trabajar buscamos rápido otra distracción. Distracción de uno mismo. Y cuando queremos parar, en vez de decirlo, inventamos un sin fin de conflictos que justifiquen el “No hacer” Claro que en esta sociedad si no eres un enfermo que quiera trabajar día y noche te irán haciendo a un lado poco a poco, porque no les sirves para distraerse, no eres una distracción sino alguien que les hace ver que hay algo más, y eso no es bien asimilado en general.
Así que fui llevando este pensamiento hacia otros lugares, como me gusta hacer, y fui observando como por el sentimiento de obligación y de culpa nos inventamos conflictos externos a nosotros, haciendo responsable a otra persona o ente de nuestras desgracias.
Y si yo fuera un manipulador, conociendo este actuar de las personas me sería muy fácil dominar. Les buscaría enemigos inexistentes sabiendo que rápidamente me apoyaran porque siempre preferirán buscar un culpable fuera, que mirar hacia dentro. Y si yo no solo fuera manipulador sino además, un poderoso ente manipulador, usaría esa condición para hacer uso de esa cobardía a mi beneficio.
Pondría a un presidente que alimentara ese miedo y me ensañaría con un país elegido a la perfección por intereses económicos. En vez de decirle a mi pueblo que está en bancarrota o lo que sea, buscaría un país a quien echarle la culpa de todas nuestras desgracias. Y si hiciera falta inventaría un ataque para que la idea se magnifique. Apretaría las tuercas hasta el final con esta idea y cuando esta idea ya fuera perdiendo fuerza, iría planeando la llegada de un salvador.
No solo inventaría un enemigo externo al pueblo, sino que además les daría una solución, una solución que por supuesto me convenga egoicamente (ya que soy un manipulador) Y como un líder es la mejor forma de poner en otro la solución a nuestros problemas; Armaría una campaña presidencial en la cual pondría al nuevo presidente como un salvador de todas estas desgracias que padecemos por culpa de otro. La gente daría gracias a este nuevo líder que seguiría alimentando la idea de que el conflicto es externo y que él vendría a salvar al mundo de una inminente crisis provocada por males ajenos. Y si pudiera, y fuera el manipulador de un país poderoso en donde nunca hubo un presidente negro, no vería mejor momento para poner a un presidente negro para que todavía esa idea de cambio y de salvador de los desprotegidos sea más fuerte. Todos pensarían dos veces antes de hablar mal de un presidente negro. No sea que se pudieran equivocar y quedar además como racistas. El racismo mismo nos lleva a verlo mejor que otros, solo el hecho de que sea negro nos da confianza. Es genial para manipular. Y a los que no les guste nada que sea negro, no lo dirán por civismo y asentirán con la mayoría, ya que los racistas tiene un rasgo característico que es la cobardía. Así que no dudaran estos personajes en apoyar a la mayoría ya no sea más que para que los otros no centren la mirada en ellos.
Y como antes hubo un presidente “malvado” todavía mejor. La gente sentiría que vino este hombre a salvarnos de todas nuestras desgracias, por supuesto ajena a nosotros y por ende tiene que solucionarlo un líder, alguien que no nos haga pensar sino que solo baste con apoyarlo y creer en él. Y claro, también inventaría intentos de asesinatos para el presidente, para que nos pongamos más de su parte. Y si todavía fuera más allá. Provocaría una desgracia en su familia para que nos despertara sentimiento de compasión y seamos más tolerantes con sus actos. Y si ya no me importara nada en el mundo más que el poder. El final del ese líder tan carismático y salvador; Sería asesinado por el enemigo que hayamos creado. Eso justificaría en un futuro cualquier cosa en pos de la paz mundial. Y justificaría todas las desgracias futuras ya que nuestro salvador ha sido asesinado por los “malos” por ende los malos tienen la culpa de las desgracias futuras a este hecho, por lo menos por un tiempo. Y si este salvador no nos soluciona nuestros problemas, no importa, ya tenemos a quien echarle la culpa. El lider nos sirve para no pensar por nosotros mismos. Le exigimos que nos salve o que nos busque un culpable.
En fin, es todo un poco una locura.
Me queda la sensación de que al final los conflictos no existen en realidad, tal vez sean excusas para no llegar a donde tememos. Son una buena forma de justificación para no hacer, no conocernos y culpar a otros, siempre a otros. Una buena forma de engañarnos. Y la culpa, un sentimiento moral totalmente cobarde que nos hace no hacernos responsables de lo que realmente somos. Si yo cometo un acto y me siento culpable; Pasarán dos cosas: Una: jamás admitirlo y disfrazarlo de razones lógicas y morales, culpando a otro etc.. Dos: Martirizarnos y convertirnos en victimas ya que “pobres, nos sentimos culpables, en el fondo somos buenas personas” porque sentimos que si no nos sentimos culpables no somos buenas personas. En realidad la culpa nos hace sentir bien, o sea que nos importa un carajo en realidad lo que hayamos hecho, solo queremos sentirnos bien. Es como el látigo limpiador de la iglesia. Y eso nos bloquea a la hora de comprendernos como seres humanos, además de impedir abrirnos realmente a la persona a la cual posiblemente sentimos que hemos dañado.
Es curioso como nos hemos convencido de que alguien que se siente culpable es mejor persona que otra que no. También asusta un poco como las religiones y la política utilizan la moral y la culpa y por supuesto el bendito miedo, sentimientos totalmente controladores.
LEER ATENTAMENTE
Lo bueno de la necesidad de conflicto es que llega un día en el que te cansas de él y ves hacia atrás y observas todo el tiempo que perdiste conflictuando. Aún así, no te arrepientes y aún mejor, no te sientes culpable de nada porque es tan gustoso y liberador verlo y sentir como ya no necesitas de conflicto, que empiezas a aprovechar el presente y recién ahí ves una parte que nunca habías visto, no solo de ti mismo sino también de los que te rodean Y sientes como esa comprensión tuya ha ayudado a mejorar un poco el mundo, de alguna manera intuyes que el universo ya es un poco mejor. Por supuesto que no erradicaré definitivamente el conflicto de mi vida ya que soy un ser humano. Vendrá algunas veces a golpearme la puerta, pero por lo menos cuando tenga un conflicto me preguntaré por qué lo estoy generando en vez de buscar culpables. Tal vez si esto se enseñara en las escuelas, habría una cosa menos por la cual sufrir y un arma menos para que nuestra parte manipuladora nos domine. Somos nosotros mismos los que ejercemos y compramos la manipulación. Tal vez si esto lo tuvieramos solucionado no existirían muchas desgracias en el planeta y evolucionaríamos más en armonía.
Si quieren cambiar el mundo, empiecen por casa. Siempre por casa.
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